Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor, alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma.
Y que a mi amor entonces le conteste
la nueva criatura que tú eras.
martes, 9 de junio de 2015
viernes, 22 de mayo de 2015
¿Qué puedes perder cuando sientes que no te queda nada?
¿Qué razones puedes tener cuando ni siquiera hay razones?
¿Cómo hacer caso a tu cabeza o corazón cuando sientes que hay una pelea constante en la que a veces llega a haber hasta golpes que dejan cicatriz?
A veces la vida es sólo eso, algo cruel, algo inentendible, algo difícil de comprender.
Una pregunta sin respuesta muchas veces, una gran incógnita sin forma.
La vida es algo pasajero, pero sin embargo, con muchas paradas.
Hay veces en las que la única forma de desahogarse es lanzando dardos de pensamientos a una diana con forma de pared, en la que, una mirada llena de lágrimas, se convierte en una especie de río que recorre las mejillas y nunca regresa, se suicida sin más cuando llega al fin de la mandíbula o barbilla, con el suelo como única parada.
Hay situaciones en la vida en la que una sola decisión cambia por completo todo, pero es algo por lo que se debe pasar.
A lo largo de la vida, la gente va yendo y viniendo, pero nadie es permanente por mucho que lo desees.
Hay veces en las que te toca actuar de una forma, lo quieras o no, y no hay vuelta atrás.
Otra putada de la vida, es que nunca deja tiempo para regresar, ni siquiera un segundo, sigue pasando, sin importarle nada.
Es duro ver como las cosas que se van nunca pueden regresar, sólo pasan a ser parte de tus recuerdos y ya.
Sólo quedan risas que se oyen como con una especie de eco y desde lejos, sólo quedan fantasmas de lágrimas rodando por tu mejilla que ya ni siquiera se sienten.
Pasas a ser eso, un fantasma de tu pasado convertido en recuerdos y en un cuerpo que sigue respirando, pero sin vida.
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